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AMOR Y VERDAD, SE ENCUENTRAN

AMOR Y VERDAD, SE ENCUENTRAN

Por: Padre Luis Matos

Amor y verdad se encuentran, justicia y paz se besan” (Salmo 85(84), 11)

¿Quién no habla, ni canta, ni  aspira al amor? ¡Nadie! Ya que el amor es el elemento fundamental de la vida, el motor de la sociedad y evidentemente, del individuo.

Donde hay “amor verdadero” hay alegría, paz, consuelo, esperanza.

Y donde hay verdad, hay libertad, nos dice Jesús.

Ahora bien, sin  amor, la verdad puede destruir, pues es la mejor arma para juzgar, atacar y destruir al enemigo. 

Pero, si la verdad va acompañada de amor auténtico, misericordia y  compasión hacia el débil o frágil, entonces sí nos libera, levanta, consuela, da vigor y nos llena de nueva esperanza.

Pero, ¿En qué consiste el  amor “auténtico”? San Pablo lo describe en estos términos: “El Amor es paciente, es amable, no es envidioso, no es jactancioso, no se engríe, es decoroso; no busca su interés; no se irrita, no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia, se alegra con la verdad (no la teme). Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.” (Primera carta de San Pablo a los Corintios 13, 2-7)

Sin duda alguna, tenemos que aprender a amar como se aprende a cocinar, para tener una sana y buena alimentación, o como se aprende a construir una casa, edificándola sobre cimientos firmes y sólidos, para que no se caiga en tiempo de tempestad. El amor humano, no se reduce a puro instinto, como en los animales, o a puro sentimiento. El amor tiene sus leyes y exigencias, tiene un fundamento sólido, que es el autor mismo del amor: Dios que nos creó a su imagen y semejanza.

Es necesario pues, DEJARSE INSTRUIR sobre el AMOR; por eso el primer mandamiento de Dios es: “ESCUCHA Israel….Tu AMARÁS…” (Deuteronomio 6, 4)

En los tiempos actuales, hay una gran tendencia hedonista hacia el placer, apoyada por falsas filosofías e ideologías que perturban el verdadero conocimiento sobre el hombre y la mujer, y que está haciendo estragos humanitarios, que alimentan la cultura de la muerte. Así vemos, que el vientre de la mujer, hecho para recibir y ser portador de vida, se transforma en sala de tortura para inocentes.

Necesitamos volver urgentemente al conocimiento intelectual objetivo, profundo, espiritual, y no puramente subjetivo y sensual del verdadero amor, que tiene sus exigencias vitales.

Necesitamos RAZONAR sobre el AMOR y AMAR la VERDAD yendo a la fuente de ambas: DIOS.

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