Leyendo ahora
VENZAMOS EL MAL CON EL BIEN

VENZAMOS EL MAL CON EL BIEN

VENZAMOS EL MAL CON EL BIEN

Padre Luis Matos

parematos@yahoo.fr

Desde tiempos antiguos y en culturas y religiones muy diversas encontramos adagios como estos: “no hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti” (Confucio, (551-479 a.C. “Diálogos”), “Lo que a ti mismo te contraría, no lo hagas a tu prójimo.” (Talmud. Shabat, 31), “Todo lo que una persona no desea que le hagan, debe abstenerse de hacerlo a los demás.”

Por su parte, Jesús de Nazareth, de manera más positiva, nos exhorta en estos términos: “todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque esta es la Ley y los Profetas.” (Mt 7, 12). San Juan, discípulo de Jesús, precisa: “Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y hemos recibido de Él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano.” (Jn 4, 20-21)

Pero decimos que el amor se merece y por ello somos selectivos en el momento de ponerlo en obra, ofreciéndolo a nuestros amigos y negándoselo a nuestros enemigos. Ocurre lo mismo con la confianza. Estamos dispuestos a darla únicamente a quien la merece. Sin embargo, cuando se trata de nosotros sabemos muy bien que necesitamos tanto el amor como la confianza precisamente en los momentos en que se ponen de manifiesto nuestros límites, nuestros fallos, nuestros errores, incluso nuestras maldades.

 

Teniendo en cuenta esa necesidad universal de amor y de confianza renovada para poder levantarnos cuando hemos caído y recomenzar una vida más conforme con nuestra dignidad de hombres y mujeres creados a la imagen de Dios Jesús, quien nos dice “Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen… Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que los aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto… Más bien, amad a vuestros enemigos… «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo.” (Lc 6, 27-36).

 

Sin duda alguna esto puede parecer injusto si la norma de la justicia es “ojo por ojo y diente por diente”; ley que, lejos de construir paz, no solo mantiene y multiplica el mal, sino que me hace perder mi libertad pues me hace dependiente del otro en mis decisiones; si tú me pegas yo te pego, si tú me amas yo te amo, si tú me eres fiel yo te soy fiel, etcétera. ¿Dónde queda la dignidad personal? ¡Venzamos pues el mal con el bien!

 

COPYRIGHT 2020 LUVAN MAGAZINE. ALL RIGHTS RESERVED.

Scroll To Top