La tierra era caos y confusión

La tierra era caos y confusión
Hablando del origen de la tierra, antes de la creación del hombre, el libro del Génesis nos dice que “La tierra era caos y confusión, y obscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas” (Gn 1, 2)
Dios tomó la precaución amorosa de preparar el terreno antes de establecer al hombre sobre la tierra; y sabemos, por el mismo libro del Génesis, que comenzó creando la luz ahí donde había oscuridad y, por causa de ella caos y confusión. Seguidamente apartó la luz, a la que llamó día, de la obscuridad, a la que llamó noche.
Dios continuó embelleciendo la creación para el hombre creando “luceros en el firmamento celeste, para apartar el día de la noche y sirvieran de señales para solemnidades, días y años”. Es bello constatar que Dios prevé, en cierto modo, el embellecimiento cósmico de las solemnidades, es decir de los días festivos para alegrar el corazón del hombre. ¡Qué delicadeza de Dios hacia el hombre desde el origen!
Y después de haber creado “animales vivientes que bullen en las aguas y aves que revoloteen sobre la tierra…bestias, reptiles y alimañas terrestres según su especie” con la facultad de ser fecundos y de multiplicarse en abundancia de vida, Dios confió todo ello a un ser todavía más maravilloso; al ser humano, macho y hembra, diciendo: “sean fecundos y multiplíquense, y llenen la tierra y sométanla”. Dios fuente de la vida desea que esta se multiplique en abundancia a todos los niveles.
Nos dice también este mismo texto que “Dios plantó un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado…para que lo labrara y cuidara”
Dios confió pues, la creación con todas sus bellezas y en particular el jardín terrenal, desbordante de vida, al cuidado del hombre que creó a su imagen y semejanza, es decir con todos los dones necesarios para ejercer su señorío con la sabiduría misma de Dios y conservarla así en toda su belleza y armonía.
Pero sabemos que la desobediencia de nuestros primeros padres, Adán y Eva, y de todos los que siguieron hasta nuestros días, su soberbia y su altanería les hicieron volver al caos, a la confusión y al obscurantismo que conoce el mundo de hoy con sus guerras, divisiones, violencias, abusos de poder, injusticias, crímenes como el que tuvo lugar después del pecado original cuando Caín mató a su hermano Abel, abortos, familias divididas, hambruna, etc.
Y de nuevo Dios interviene, como para recrear el mundo, enviándonos su palabra en la persona de Jesús que es la luz del mundo que “brilla en las tinieblas y las tinieblas no la vencieron”. Y aunque “los suyos no la recibieron, a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre”. ¡Extraordinaria transformación para quienes buscamos plenitud de vida!
No nos equivoquemos de camino en estos tiempos tan confusos. Contemplemos la belleza de la creación, los lirios del campo, las aves del cielo, las maravillas de las profundidades marinas, el firmamento del cielo, la luna y las estrellas que iluminan la noche y esa maravilla que es el hombre, la sonrisa de un niño, su pureza, su alegría. Sepamos descubrir el corazón de ese Dios que hizo y sigue haciendo tantas maravillas para nosotros los habitantes de este planeta llamado tierra. Jesús está a la puerta y nos recuerda, como dice el salmista, que “cerca está su salvación de los que le temen y habitará su gloria en nuestra tierra. El amor y la verdad se han encontrado, la justicia y la paz se han abrazado; de la tierra está brotando la verdad, y del cielo se asoma la justicia. El Señor mismo dará la felicidad, y dará sus frutos nuestra tierra. La rectitud andará delante de él, la paz irá siguiendo sus pisadas.” (Sal 85, 10-14)
Invoquemos pues al espíritu de Dios, ese viento que aleteaba por encima de las aguas cuando la tierra era caos y confusión, y oscuridad; espíritu que descendiendo del cielo nos conducirá hacia la verdad plena, liberándonos de toda falsa ideología, de toda falsa filosofía, de toda confusión, siguiendo los pasos de aquél que es el camino, la verdad y la vida, Jesús.
¡Envía Señor tu espíritu y todo será creado, tú renovarás la faz de la tierra!
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