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El amor nos transforma y nos hace mejores

El amor nos transforma y nos hace mejores

Por: Sam Chevalier

Reciprocidad

Estuve perdido, siempre solemos perder el rumbo hasta encontrar unos brazos a los cuales llamamos hogar.

He tenido mis aciertos y caídas, no me quejo, siempre el amor sale ganando y nos cambia el semblante, la tristeza se va y el corazón si bien no sabe olvidar, sabe darle entrada a quien lo merece, este caso fuiste tú la que llegaste a mi vida a cambiar todo para bien. Si tuve heridas las olvidé cuando llegaste, si el miedo existía lo ahuyentaste con tu mirada.  (Llegaste para marcar un antes y después).

    Muy en el fondo sentí que eras tú, esa estación en la que debía bajarme de ese tren sin rumbo alguno y darle sitio a un sentimiento que vivía en mí desde hace tiempo, al cual le puse tu nombre.
Cuando llega la persona correcta no necesitas perderte en un mar de palabras para demostrarle que debe quedarse y que el sentimiento es real, basta con una mirada, una caricia, un beso de esos que queman el pecho y erizan la piel. (Nunca olvidaré nuestro primer café, ese que me dejó muy claro que el aroma de se conserva más si se trata de ti, que el color de tus ojos es más puro y que el calor de tu presencia no tiene igual). 

Siempre pensé que sería el típico solitario, ese que encontraría la paz que nunca existió, he llorado futuros que nunca pudieron ser, siempre he estado en guerra, llegaste un día y sabía que eras la tregua que necesitaba. Me dijiste que eras un desastre, que me lastimarías y que no eras buena para nadie,
y yo te tomé de la mano…
Quédate.―Te dije. Como quien abraza la felicidad y no quiere dejarle ir.

Era un náufrago antes de ti, ahora soy el campo y tú la ciudad, mi mal necesario, mi caos más bonito y los defectos que más me han enamorado. No sé de dónde saliste, solo sé que desde que llegaste han sido los mejores días de mi vida, y he entendido que el amor transforma corazones, cubre desiertos con agua abundante, cambia mentalidades cerradas y las expande, convierte un segundo en algo eterno, una palabra en un búnker de sentimientos, regresa los colores a la vida de quienes pensaron en algún momento que la vida era vacía y gris.

Hoy.

Quiero llegar a casa y decirte que aún tenemos un café pendiente, que las mejores melodías llevan tu voz de contra fondo, que gritaré tu nombre hasta quedar afónico, que eres mi vida, sí, nunca creí que mi vida fuese ajena hasta que le puse tu nombre como título.

Un abrazo tuyo unió todas las partes que algún día estaban rotas.
Desde entonces tengo un lugar a donde siempre regresar.
Aquel día me preguntaste si también quería quedarme,  y yo te dije que sí, mil veces sí.

Autor
Sam Chevalier

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