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Amarillo Ámbar

Amarillo Ámbar

Narrativa por Violeta Franco en 15 Abril 2019

Recordando el color de la camisa que quería quitarle. El amarillo responde al deseo que le cuesta controlar. Mira el reloj, hace mucho rato que es la misma hora. Mientras espera, desabotona su vestido, dejando ver sus senos firmes color durazno. Se sienta en la silla púrpura que está a un lado de esa lámpara de luz tenue que adquirió recién se había mudado a esa casa.

El ajetreo de la vida misma, no impide cuidar su sensual esencia.

Todo está casi logrado, puede sentir la textura de la alfombra de sus pies mientras recorre con su mente el camino largo que a tenido que recorrer para estar donde está ahora.

La libertad se siente bien.

Tocan la puerta. Antes de abrir, hace una parada en el biombo de colores que le heredó su tía para dejar el vestido. Al mismo tiempo que recorre el pasillo, suspira profundamente, está a punto de vivir el mejor momento de su día.

Hola…se acerca a él casi desnuda, oliendo a lavanda para besarle el cuello. El toma de las nalgas a ella, la levanta y la lleva a la cama.

Antes que continúe , ella se sienta a la orilla y le pide que se acerque para desabotonarse el pantalón. –“hoy se trata de ti,-“ susurra mientras lo acaricia.

Primero es la hebilla, tira hacia la izquierda, comienza por el botón, el intenta interrumpir pero las manos de ella lo detienen, llevándolas a la cintura de el, dejándola hacer su trabajo.

Volvió a ese pantalón azul obscuro y el mundo solo dejo que ella continuara.

Ahora el pantalón sin ayuda caería solo, tomo con fuerza sus piernas gruesas, firmes y bellozas, dando un profundo masaje a estas, logra estar de frente al bóxer buscando paz, en lo que sus manos  encuentran desesperadas la locura a la que los dos habían entrado corriendo.

Rápidamente sus labios carmín chocaban contra esa tela de algodón esperando saciar esas ansias. De a poco comienza con besos al exterior de su miembro aun dormido. Con la mano derecha baja para depositar su aliento y generar expectativa y con la otra sube y baja la espalda. El olor de él , la lleva a perderse y comienza por el glande dando masajes circulares con la lengua. Ahora ya despierto, toma el control de los testículos y esta vez va hasta adentro esperando que llegue al punto máximo de su erección. Toma las nalgas tal cual agarraderas y comienza a succionar lento, se separa, en intervalos de tiempo otorga besos en la punta dejando un hilo fino de su líquido de su boca al miembro. regresa y repite cada vez con más fuerza.

Los suspiros de él se hacen cada vez más evidentes, tomándole la cola de caballo acaricia ese pezón erecto. Ella lleva las manos de él detrás de su espalda indicando de nuevo que esta vez se trata de el. El contraste del rojo carmín con ese tono rosado del falo, es indescriptible, la vista de el suspendida comprende ese espectacular cuerpo de pechos erguidos.

Abarca todo el grosor con sus labios, a la par de la succión continua con su lengua dando movimientos circulares en  el glande mientras que con la mano, sube y baja el tronco.

Se detiene por un instante y antes de que el recupere el aliento, lo avienta contra la cama poniéndose encima de él, eleva sus manos para detenerlas con la suyas. Baja lentamente dando pequeños besos desde su quijada hasta el ombligo, provocando estremecerse, de nuevo lo toma por sorpresa y comienza a succionar de el. Estos minutos futuros, nublan su pensamiento y hasta que no pudo contenerse exclama un -Marina, me, me…ella se separa, acaricia a toda velocidad el miembro dejando la punta en su boca. -me vengo! Exclama él, con los ojos casi en blanco y a flor de piel, su descarga llenó la mitad de la cara de ella, Pero la recta final fue su boca, donde la mayor parte fue depositado.

Retira con su dedo la parte esparcida en la cara para llevarla a la boca y comienza chupar lentamente contemplando a su guerrero caído tras la batalla que a ella lleno de satisfacción.

Besando poco a poco y con calma dejando pendiente la lujuria.

-Eso se acordó hoy después de la junta, hoy te devoro a ti, no pude con esa camisa amarilla.-

Dejó ese miembro limpio, como si nada hubiera pasado y subió hacia su cara para darle un beso apasionado de notaba las gracias. –“rápido, debes vestirte, no tarda mi compañero”-

El se retira con su imagen impregnada en su inconsciente, una mujer como una ráfaga impecable. Una ráfaga de colores brillantes, de azules y verdes profundos.

Escrito por: Terapeuta Juan Alberto Hernández en 15 Abril 2019

La vivencia de la sexualidad es una situación que los seres humanos vamos desarrollando aún antes de nacer, puesto que en algún momento, no solo nuestros padres, sino cualquier otra persona imagina lo que seremos, lo que haremos y hasta cómo nos vestiremos.

Cuando ocurre esto, nuestra sexualidad se va conformando poco a poco a lo largo de los años y las experiencias, para dar resultado a lo que somos.

Uno de los elementos que nos ayudan a organizar nuestra vivencia, es el erotismo, y aunque existen algunas personas que consideran que no es parte de su vida, para todos los demás, sexualidad y erotismo van de la mano y los vamos desarrollando como parte de nuestras formas de pensar, sentir, actuar y sobre todo entender el mundo. ¿Te imaginas lo que sería ver el mundo desde una perspectiva distinta a la que has aprendido a lo largo de tu vida? Imagínate la riqueza y variedad que existiría en tus gustos, tus comportamientos y en las cosas o situaciones que te pueden atraer.

Como un ejemplo de eso, podemos identificar que nos vamos entrenando para desarrollar lo que algunos autores le llaman “sexo sentido” y que no siempre está vinculado a lo erótico. Por ejemplo, hablando de una generalidad, que no es regla, las mujeres perciben muchos matices dentro de la gama de colores, lo cual trae la posibilidad de descubrir y ver el mundo con esos matices que no siempre los hombres pueden ver. Esto no es una cuestión solamente de género, sino de aprendizajes que se han ido dando a lo largo de los años y que permiten que el ojo observe esas variedades de colores. No es casual que nos fijemos en su color de ojos, de su piel o sus dientes, los colores que utiliza para vestirse, todo ello ha sido parte de cómo en nuestro contexto más íntimo: nuestra familia para empezar, va ayudándonos a valorar e identificar lo que nos va a gustar, dejando de lado otras posibilidades.

Otro de los elementos del erotismo que vamos aprendiendo, aunque este está vinculado con nuestro desarrollo como humanidad, es el que tiene que ver con los olores. Conforme nuestra sociedad ha evolucionado, el olor corporal ha sido algo que hemos tratado de evitar a través de perfumes, desodorantes y lociones. Lo cual ha permitido que cualquiera tenga acceso a nuevas formas de olor.

Sin embargo, te propongo un ejercicio sencillo que te permitirá identificar si hay una persona que pueda atraerte desde tu nariz y al mismo tiempo lograrás pasar un rato agradable. Invita a esta persona a que te acompañe a hacer ejercicio, el que más te agrade y se adecúe a tus posibilidades, el primer punto es que la pases lo más divertida posible y el segundo, es que logren sudar. Al terminar el reto es que te acerques a esa persona y lo puedas oler. Si después de esta experiencia te agrada, quizá tu nariz te esté dando una pista de que por allí deberías de seguir. En caso contrario, mejor busca otras posibilidades. Lo más importante frente a estas experiencias eróticas es que te sientas cómoda y sobre todo que al ser algo que has venido aprendiendo, si lo consideras valioso podrías continuar haciéndolo.

Para leer más: Ramírez-Hernández, C. (2002) Gestalt, sexualidad y erotismo. Archivos Hispanoamericanos de Sexología, 8(1), 11-15

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