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CONSTRUCTORES DE PAZ

CONSTRUCTORES DE PAZ

CONSTRUCTORES DE PAZ

 

En una sociedad cada vez más universal y plural, en la que los medios de comunicación facilitan el intercambio entre personas de diversos países y culturas, abriendo así a la humanidad una fraternidad sin fronteras; podríamos cultivar la esperanza de una mejor comprensión y una mayor solidaridad entre personas y países muy diversos. Sin embargo, el horizonte no es muy esperanzador, sobre todo cuando vemos países en guerra los unos con los otros o países divididos al interior de ellos mismos, con tensiones fuertes entre las múltiples tendencias políticas o incluso creencias; un terreno propicio para eventuales guerras civiles.

 

El corazón del hombre está hecho para amar, para el bien, para la armonía, para la paz; y todos aspiramos a ser amados. Pero cuando se trata de amar a los demás, pareciera que el corazón se derrumba, se endurece y difícilmente se abre a la compasión, a la misericordia, a la paciencia, a la esperanza. De ahí las graves consecuencias sobre la convivencia social.

 

Lo vemos al interior de las familias. ¡Cuánta infidelidad, cuánto adulterio, cuántos divorcios, cuánta violencia! Todos frutos de un individualismo y hedonismo exacerbados, cuyas víctimas son los más inocentes; los niños, incluso antes de nacer, y los adolescentes. Nuestro orgullo y nuestro amor propio nos impiden emprender caminos de reconciliación, de perdón, buscando ayuda, tanto psicológica como espiritual.

 

Pareciera que la sociedad contempla todo este desorden con indiferencia, contentándose simplemente con criticar y juzgar, a menudo virtualmente, pero sin impacto alguno en la realidad…

 

¿HASTA CUÁNDO?

 

Se necesita, de manera urgente, que se manifiesten los verdaderos artesanos de paz. Quienes, como dice Jesús, “serán llamados hijos de Dios”. Ese Dios de Amor que nos ama y nos instruye con su Sabiduría, con su Palabra hecha carne, Jesús de Nazareth, indicándonos el camino del verdadero Amor, nos fortalece al comunicarnos todos los dones divinos necesarios para mantenernos firmes en ese combate por la Paz. Superando nuestras incomprensiones, nuestros egoísmos, nuestro amor propio, que terminan destruyendo lo que el amor construyó.

 

Damos gracias a Dios por todos esos hombres y mujeres que, habiendo comprendido y experimentado la fuerza que viene de la fe en Jesucristo para vencer el mal con el bien, luchan con las armas del Espíritu y ponen en práctica la Sabiduría del Amor y de la Paz. Renunciando al “ojo por ojo”, amando a sus enemigos, bendiciendo al que les maldice, haciendo el bien al que les hace el mal, sin miedo incluso a sufrir y a dar su vida por un mundo mejor, donde reinen el Amor y la Verdad, la Justicia y la Paz.

 

AUTOR. PADRE LUIS MATOS C.B

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